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Tipos de suelo para tu huerta


El suelo constituye el principal cimiento y base de desarrollo de cualquier tipo de planta. Desde árboles gigantes como secuoyas o plantas hortícolas como el tomate, las raíces necesitan de un medio rico en nutrientes y microorganismos para prosperar.


Según la FAO, el 95% de todos los alimentos consumidos en el mundo provienen del suelo. No es una novedad decir que poco a poco estamos degradando sus propiedades, donde el resultado final es la erosión del mismo y su lenta transformación a un medio prácticamente inerte como lo sería un desierto.


En plena etapa de concienciación medioambiental, proteger el suelo y los organismos que alberga debería ser uno de los principales objetivos de cualquier agricultor y amante del reino vegetal.


Hablamos que un 33% de suelos dañados de forma casi irreversible si continuamos con las prácticas culturales actuales. Por ello, explicaremos en este post las principales características de cada suelo y algunos consejos para mejorar y potenciar su calidad.


TIPOS DE SUELO

Es un hecho claro que tenemos que aprender a convivir con las herramientas que nos ofrece el suelo, ya que la capacidad de algunas de sus propiedades, como la textura, pH o drenaje es limitada. Sin embargo, pequeños gestos pueden implicar grandes mejoras si conocemos el tipo de suelo de nuestro huerto o jardín y nos adaptamos a él.


SUELOS ARENOSOS Los suelos arenosos ofrecen una buena capacidad de trabajo para cultivos hortícolas, favoreciendo un buen desarrollo radicular, una textura ligera y excelente drenaje. Por el contrario, es necesario controlar mucho más los riegos, aumentando la frecuencia y disminuyendo el volumen aplicado. Lo mismo sucede con los nutrientes, ya que tienen una gran facilidad de lavado en este tipo de texturas (especialmente el nitrógeno).

Cómo mejorar un suelo arenoso Un aporte periódico ( de 3 a 4 años es lo ideal) de materia orgánica, aumenta la conservación de humedad, la capacidad de retención de nutrientes y favorece el aumento de la vida microbiana.

SUELOS ARCILLOSOS Todo lo contrario al caso anterior son los suelos arcillosos. Debido a que el tamaño de partícula es mucho menor, ofrecen una gran conservación de humedad y nutrientes.

Su respuesta a la hora de intercambiar nutrientes entre las raíces y el suelo es mucho mayor (conocido como capacidad de intercambio catiónico), por lo que es un suelo perfecto para realizar riegos abundantes y de gran periodicidad.

Por el contrario, la excesiva acumulación de humedad puede favorecer la falta de oxigenación en la zona donde crecen las raíces y su futura pudrición.

En zonas problemáticas de drenaje, donde tiende a encharcarse, es necesario realizar arados profundos que mezclen la tierra y mejoren la fluctuación de los canales de agua.

SUELOS DE TIPO FRANCO Un término medio entre las 2 texturas anteriormente comentadas sería un suelo franco o limoso. Tiene un valor medio de tamaño de partícula, drenaje medio y una textura homogénea perfecta para el desarrollo de cualquier cultivo. Tienen un mantenimiento fácil, con aportes periódicos de materia orgánica y arados ligeros para eliminar costras superficiales.


Fuente: Huerto de urbano

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