Jardineros Profesionales
Jardinería beneficiosa para el medio ambiente

La jardinería acarrea importantes consecuencias negativas en el entorno natural, sobre todo debido al excesivo consumo de agua, al uso de especies inadecuadas, y a la utilización de productos fitosanitarios. Muchos jardineros se sorprenderían si se calculara su elevada contribución al cambio climático. El uso de técnicas de jardinería ecológica puede evitar estos problemas y mejorar la calidad de nuestros jardines.
Huella de carbono. A pesar de que las plantas que cultivan ayudan a absorber CO2, han sufrido tantos cambios (transportes, fumigaciones y tratamientos) que ya no tienen la misma efectividad, han de trabajar muchos años hasta paliar sus efectos. La fabricación de la maceta, el procesamiento de la tierra, la elaboración de los fertilizantes y efecto contaminante en el agua, junto con los kilómetros de transporte hasta el vivero y hasta nuestra casa, suponen una suma negativa para el medio ambiente.
A todo ese conjunto de acciones contaminantes que conllevan las acciones humanas se denomina huella ecológica y está en la mano del jardinero reducirla al máximo. ¿Cómo? Ahorrando en el riego, abonando solo cuando sea necesario, multiplicando las plantas él mismo en lugar de adquirir una nueva o intercambiando ejemplares para evitar comprar otros nuevos. También podemos contribuir siguiendo los siguientes consejos:
· Compost: Agricultores y jardineros suelen generar toneladas de emisiones de CO2 quemando los residuos orgánicos. La mejor solución es convertirlos en abono mediante el compostaje, lo que además será muy beneficioso para el jardín.
· Césped: El césped consume una gran cantidad de agua y un cortacésped necesita grandes cantidades de gasolina, por lo que antes de decidir si vamos a instalar césped en el jardín, conviene preguntarse si merece la pena. Si ya está sembrado, lo mejor es segarlo a mano y dejarlo bastante alto para que requiera menos agua.
· Los productos fitosanitarios ocasionan todos los años multitud de accidentes, limitan la biodiversidad, contaminan las aguas –superficiales y subterráneas– y envenenan los suelos. Úsalos con moderación y sólo aquellos aconsejados por los agricultores biológicos.