Jardineros Profesionales
Cómo proteger las plantas de la lluvia ácida

La lluvia ácida es una de las consecuencias de la contaminación atmosférica. Se produce cuando las emisiones contaminantes de las fábricas, automóviles o calderas de calefacción entran en contacto con la humedad de la atmósfera. Estas emisiones contienen óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre y trióxido de azufre, que al mezclarse con agua se transforman en ácido sulfuroso, ácido nítrico y ácido sulfúrico. Este proceso también sucede de forma natural a través de las erupciones volcánicas.
La lluvia ácida y el perjuicio a las plantas van de la mano. Una planta que se expone a la lluvia ácida morirá, pero a menos que sea extremadamente sensible, la lluvia ácida no ocasionará graves e irreparables daños. Este tipo de lluvia daña a las plantas de manera sutil. Con el tiempo, el agua ácida altera el pH de suelo donde las plantas crecen, disolviendo los minerales más importantes.
A medida que el pH del suelo desmejora, las plantas sufren síntomas cada vez más obvios como el amarillamiento de las hojas.
La lluvia que cae sobre las hojas puede barrer con la capa cerosa externa el tejido de las hojas, lo que lleva a la destrucción de los cloroplastos en los que ocurre la fotosíntesis.
Si se dañan muchas hojas a la vez, la planta quedará débil y será propensa a plagas y enfermedades.
¿Cómo salvaguardar las plantas de la lluvia ácida?
La mejor forma de proteger las plantas de la lluvia ácida es evitando que caiga agua sobre ellas. Si no tienes árboles ni arbustos disponibles que puedan salvaguardarlas, mueve tus plantas a algún lugar cubierto. Si no te resulta posible mover las plantas, cúbrelas con un plástico grueso y sujétalo.
El vives en un área donde la lluvia ácida es habitual, analiza el suelo cada 6 a 12 meses. Las pruebas de suelo te alertarán de problemas en él para que puedas añadir minerales, nutrientes o cal cuando sea necesario.